martes, 20 de mayo de 2014

Destino arqueológico por excelencia de la Argentina, tierra natal de exquisitos aceites de oliva y otros manjares gastronómicos y paraíso del turismo de aventura, Catamarca esconde además un tesoro cultural único que sobrevive en cada rincón de su geografía y en cada uno de sus habitantes. Y una de sus joyas por conocer es la ruta del tejido, un camino que lleva a los visitantes al corazón de su historia y su forma de vida. “Nosotros somos tejedores de cuna. Nacimos viendo tejer a nuestros padres y abuelos y nos criamos jugando con el huso”, introduce Demetrio Gómez, uno de los más famosos tejedores de la ciudad de Belén. Ubicada a 285 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca, la capital de la provincia, Belén es conocida como la “cuna nacional de poncho”, ya que, dicen sus habitantes, es aquí donde ha nacido la prenda más emblemática del gaucho argentino.

Demetrio nos recibe junto a su mujer, Susana, con una gran sonrisa y unos mates calientes en la puerta de su casa-taller, El chango real. Allí tienen su pequeña fábrica, en la que no hay más maquinaria que un gran telar criollo, unos cuantos husos y las manos de toda la familia, incluidas las de sus tres hijos adolescentes que trabajan a la par de sus padres. No es necesario llegar informado, ya que Demetrio se ocupa de contar en primera persona los secretos y la historia de este maravilloso arte ancestral que se ha mantenido generación tras generación durante más de cinco siglos. A pesar de lo que comúnmente se cree, el telar con el que se hacen cada una de estas maravillas no es un elemento originario de estas latitudes. Fue importado por los españoles a principios del siglo XVI y adoptado por los pueblos que, desde entonces, lo han convertido en parte de su cultura. Prácticamente no hay persona en Belén que no se haya criado con un telar en su casa.(...)

(Publicado en: Mujer Biz - Texto: Ana Césari)

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