martes, 20 de mayo de 2014

Si uno visita las casas de Belén, enseguida se dará cuenta de que no se trata de una casualidad: en todos los patios, más allá del tamaño y las comodidades, el lugar central alrededor del cual suele reunirse la familia no es la parrilla ni la mesa de mate, sino el telar. (...)

"El juguete nuestro no era ni el triciclo ni la pelota. Nosotros jugábamos con el huso. Y así aprendíamos. Acá somos todos de cuna". Nacido en Barranca Larga, y criado entre el trabajo del telar y la cosecha de caña de azúcar, Demetrio se decidió a instalar en Belén junto a su mujer, Susana, en 1983, justamente para poder dedicarse a lo que más le gusta: tejer. "Además de poder darle de comer a nuestra familia con esto, para nosotros es muy lindo dar a conocer lo que hacemos porque así la gente puede valorarlo. Porque esta es nuestra cultura". Demetrio y Susana son conocidos por sus ponchos de dos haces, la pieza más difícil que se haya visto por estas tierras: "Es un poncho sin revés, que es de un color de un lado y de otro color del otro, pero que se teje todo al mismo tiempo. Tejiendo toda la familia lleva dos meses de telar. Es mucho trabajo. Yo aprendí a hacerlo con Susana y en toda nuestra vida hicimos 4: uno está en Japón, otro en Alemania, otro en Marruecos y el cuarto en Villa Allende, Córdoba", enumera.

Con la misma sonrisa que recibe a cada uno de los turistas que llegan hasta su casa taller, El Chango real, y les cuenta su historia: "El primer dos haces que vi fue cuando era un changuito, en un acto de mi pueblo por el 25 de mayo. Esa misma tarde fui a lo de mi abuela para pedirle que me enseñara a hacerlo. Y me dijo: Pero vos estás loco, nunca vas  a aprender a hacer eso! desde ese día hasta que pude hacer uno, viví soñando con el dos haces".

(Publicado en Revista Para Tí, diciembre de 2009, artículo "La Ruta de las Tejedoras".)

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